De nuevo, nuestra psicóloga quiere compartir con vosotros una publicación acerca de la fantasía de adelgazar y sobre las cosas que descuidamos tomando ésta como único objetivo a partir del cual empezar a vivir.
Como ya sabemos, la pérdida de peso es muy importante para la salud si nos encontramos en una situación de sobrepeso u obesidad en la que padecemos malestar o sufrimos limitaciones. Pero, ¡ojo!, igualmente tienen que cuidar su salud aquellos que estén en normopeso, si llevan a cabo conductas perjudiciales u hábitos insalubres.
De acuerdo con Geneen Roth en su libro Cuando la comida sustituye al amor, “La fantasía de estar delgada es más poderosa que estar delgada”, al igual que “La fantasía de pasarte la vida con un compañero inaccesible es más interesante que pasarte la vida con alguien que no te ama”. Pero hemos de buscar amarnos a nosotros mismos y perder peso precisamente por ese motivo: porque nos amamos y queremos cuidar de nosotros mismos y de nuestra salud.
Así que, aquí os dejamos la publicación que también podéis encontrar en http://www.quererseespoder.com/la-fantasia-cuando-este-delgado/.
¿En qué consiste la fantasía “cuando esté delgado/a”?
La fantasía, como término general según la RAE, es:
- Facultad que tiene el ánimo de reproducir por medio de imágenes las cosas pasadas o lejanas, de representar las ideales en forma sensible o de idealizar las reales.
- Grado superior de la imaginación; la imaginación en cuanto inventa o produce.
En particular, la fantasía “cuando esté delgado/a” se refiere más a la reproducción de imágenes futuras donde la persona se representa con un peso ideal y, por ende, una vida magnífica. Esta fantasía se basa en la convicción de que el estar delgado o delgada hará que nuestra vida gire de forma radical y nos permitirá ser felices.
Quizás esto ocurra porque nos comparemos con personas que están delgadas y despejemos la siguiente incógnita:
Laura está delgada y es feliz.
Yo: quiero ser feliz.
Entonces, ¿qué es lo que me falta a mí para ser feliz?
Es un error pensar que el simple hecho de estar delgado/a hará que te conviertas en alguien feliz. Por lo tanto, vamos a tratar de desmontar esta idea con los siguientes ejemplos:
Lo primero es que, en el caso de Laura, podemos observar que está delgada pero, ¿en qué nos basamos para decir que es feliz?
Algunas respuestas “más tradicionales” podrían ser las siguientes: su familia y sus amigos la quieren, tiene un
puesto de trabajo, tiene una pareja que también es físicamente muy atractiva, etc.
Otras “más actuales”: tiene muchos seguidores en redes sociales, sube muchas fotos a redes sociales en las que se la ve feliz, tiene muchos “likes” y comentarios en sus fotos, etc.
Y, de todo lo anterior, ¿qué depende del aspecto físico?
Entre las respuestas tradicionales, afirmar que su familia y amigos la quieren por estar delgada sería, algo así, como reconocer que una persona con sobrepeso no merecería el amor y cariño de familiares y amigos. Ahora bien, ¿conocéis a alguna persona que no quiera a un amigo o familiar por ser “gordito/a”?
Lo dudo.
En cuanto al trabajo, afirmar que tiene un puesto de trabajo porque está delgada sería como negar el derecho a trabajar a personas que no lo estuvieran. Pero, ¿habéis visto alguna vez a alguien con sobrepeso desempeñando un puesto de trabajo?
Apuesto a que sí.
Respecto a la pareja, sin más preámbulos, ¿pensáis que sólo tienen derecho al amor las personas que están delgadas?, ¿conocéis a alguien con sobrepeso que tenga pareja? Es más, ¿conocéis a alguna pareja en la que uno de ellos sea físicamente muy atractivo y el otro no?
El tema de la pareja a lo mejor es más controvertido: ¿qué os hace pensar que es feliz?. En esta pareja, además de multitud de situaciones que pudieran ser reflejo de una buena relación sentimental, podrían ocurrir muchas otras que indicaran lo contrario: maltrato psicológico o físico, manipulación, infidelidades, desconfianza, celos, peleas constantes…
El tema de la influencia que tienen las redes sociales sí puede relacionarse más con el aspecto físico, aunque poco tenga que ver con la felicidad.
Además, volviendo a lo anterior, ¿sabemos si es feliz en su trabajo?, ¿percibe el cariño de sus familiares y amigos?
Por todos estos motivos, es absurdo pensar que la relación entre estar delgado y ser feliz es de “causa-efecto”. Pero parece que es algo que nos cuesta asumir a muchos de nosotros. De hecho, hasta aquel que ha perdido peso en anteriores ocasiones y ha podido dilucidar que no ha encontrado el sendero de la felicidad, sigue manteniendo esta idea. Porque es la fantasía de estar delgado lo que la alimenta. Porque la fantasía de estar delgado tiene más poder que estar delgado.
“Sólo la fantasía permanece siempre joven; lo que no ha ocurrido jamás no envejece nunca”, Friedrich von Schiller.
Porque, si muchos de nosotros pensamos que no tenemos derecho a que nos quieran, o a encontrar un trabajo, o a tener pareja por el simple hecho de no estar delgados, podemos crear la fantasía de que cuando consigamos este objetivo, alcanzaremos de golpe todas estas cosas.
Además, el problema de la fantasía es que nos aleja del presente y no nos permite afrontarlo ni disfrutar de lo que somos y de cómo somos.
Pero pensad, ¿qué es lo que hace que los demás nos quieran?, ¿y que consigamos un trabajo?, ¿y que tengamos una pareja?
La mayoría de las veces la solución está en ser nosotros mismos. No hay ninguna poción mágica. Un grupo de
personas puede querernos por algún motivo por el que otro grupo de personas no nos querría. Al igual que una pareja.
Para trabajar habrá lugares donde demos el perfil y otros en los que no. Es decir, podríamos ser aptos para un trabajo por un motivo y no serlo para otro por el mismo motivo.
Eso sí, nos ayuda a ser mejores el gozar de un buen sentido del humor, dar cariño y apoyo a los demás, ser generoso, humilde, ser proactivo y trabajar duro, etc. Y, a veces, tener un golpe de suerte.
Por todo ello, no debemos buscar la felicidad a partir del peso. No podemos olvidar que el peso no deja de ser un número. Igual que la estatura o el pie que calzamos. Incluso que la edad, porque la edad tampoco nos define. Y, perder peso, puede ayudarnos a mejorar nuestra salud (siempre que realmente sea algo que necesitamos) y a sentirnos más ligeros y cómodos en nuestro cuerpo, pero no va a traer la felicidad consigo. Nosotros somos mucho más que un cuerpo delgado, un número o una talla. Potenciemos, entonces, todo lo demás y centrémonos en nuestro presente para crear nuestra propia felicidad.