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Hombro doloroso hemipléjico

El hombro doloroso hemipléjico como consecuencia de un ictus es una secuela clínica frecuente. Su aparición conlleva además del dolor, una limitación para las actividades de la vida diaria. Ocasionalmente ocurre de forma precoz en las dos primeras semanas tras el ictus, sin embargo, la forma normal de presentación es una vez transcurridos 2-3 meses.

Esta patología reduce la participación en actividades funcionales y en el proceso de rehabilitación, prediciendo una escasa recuperación funcional del brazo, una mayor duración del ingreso y el porcentaje de pacientes que son dados de alta a su domicilio es menor.

Los factores que pueden contribuir a la aparición del HDH pueden dividirse en aquellos relacionados con la propia articulación del hombro (lesiones del manguito de los rotadores o la subluxación de la cabeza humeral y los relacionados con la afectación neurológica como falta de sensibilidad, parálisis flácida inicial, heminegligencia y espasticidad.)

¿Por qué se produce?

Subluxación del hombro: Habitualmente tras un ictus, tras afectación motora, se condiciona el funcionamiento normal y existe riesgo de subluxación, ya que en el periodo inicial se encuentra flácido o hipotónico, y la musculatura ya no puede retener la cabeza del húmero dentro de la articulación, siendo alto el riesgo de la subluxación. Las posturas incorrectas, en cama, falta de movimiento, etc., facilitan aún más el riesgo ya comentado.

Espasticidad y contracturas: Tras un ictus, ocurre una alteración del balance muscular, predominando la postura típica que refleja los patrones espásticos, siendo la flexión, rotación interna y aducción en el miembro superior, dando lugar a una escápula retraída.

¿Cómo se trata?

El tratamiento mediante fisioterapia es dinámico y debe modificarse en función de la evolución clínica en cada caso. Se recomienda en todas las fases evolutivas de la espasticidad para mantener y/o aumentar la eficacia de otros tratamientos.

Objetivos:

• Preservar máxima capacidad funcional
• Evitar retracciones articulares que aparecen como consecuencia de la espasticidad.
• Facilitar control activo del movimiento voluntario residual
• Mantener o ampliar el recorrido articular.
• Mejorar la coordinación y la fuerza
• Reducir el tono muscular

1. Terapia postural:
Debe realizarse procurando preservar la máxima capacidad funcional. Ayuda a evitar las retracciones articulares que aparecen como consecuencia de la espasticidad. Debe incluir tronco y extremidades, tanto en decúbito como en sedestación.

2. Cinesiterapia:
Movilizaciones articulares: previene de las retracciones musculotendinosas. Deben realizarse de forma suave, lenta y prolongada.

3. Ejercicios de fortalecimiento de los músculos antagonistas.

4. Crioterapia:
Método coadyuvante a otras terapias. La aplicación de frio es capaz de romper el ciclo “ -dolor- ” incluyendo el espasmo muscular y facilitando la movilización.
Los métodos pueden ser varios: geles refrigerantes, bolsas de hielo, entre otros.

5.Calor local:
Con ella tratamos la espasticidad y aumentamos la distensibilidad muscular antes de los estiramientos, pero su efecto es de muy corta duración. Ejemplo: infrarrojos, agua caliente, parafina o electroterapia de alta frecuencia.

6. Electroestimulación:
La estimulación neuromuscular eléctrica funcional consiste en la aplicación superficial de la corriente eléctrica provocando la contracción del músculo y el reclutamiento de un mayor volumen muscular.

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