Es muy común que al comenzar un nuevo año nos propongamos nuevas metas y objetivos para cumplir durante los 365 días que están por venir. En este caso, 366.
Para muchos es, incluso, una tradición; al igual que hacer el balance de los que hemos sido capaces de conseguir el año anterior. Y, al reflexionar sobre los objetivos conseguidos los años anteriores, también prestamos atención a aquellos que no pudimos lograr, o, al menos no al nivel que nos habíamos exigido.
Ante esto, solemos hacer dos cosas:
- Rendirnos y pensar que no los conseguiremos nunca, debido al cúmulo de frustración e incapacidad que hemos ido generando año tras año.
- Volver a apuntarlo en nuestra lista de propósitos, pero con un nivel de exigencia aún mayor, y con connotaciones mucho más estrictas.
No solemos tener en cuenta que hay más salidas. Una de ellas es:
Volver a apuntarlo en nuestra lista después de un período de reflexión, teniendo en cuenta aspectos como:
- ¿Cuál es mi punto de partida?
- ¿En qué me estoy enfocando?
- ¿Qué es lo que me está impidiendo cumplirlo?
- ¿Qué hice el año pasado que me ayudó con este objetivo?
- ¿Qué fue lo que no me ayudó? ¿Cuáles son mis limitaciones y dificultades?
- ¿Qué formas hay de gestionar aquellas cuestiones en las que tengo dificultades?
- ¿Qué es lo que realmente necesito para lograrlo?
- ¿Necesito ayuda/apoyos?
En este sentido, dos de los propósitos más repetidos, año tras año, son los de perder peso y hacer deporte. Sin embargo, suelen ser aplazados o pospuestos por diversos motivos: falta de motivación en algunos momentos del año, situaciones en las que las condiciones de trabajo y/o estilo de vida las sentimos incompatibles con dichos objetivos, falta de tiempo… Y, sobre todo, porque son objetivos muy generales y porque, para alguien que se esté iniciando en ellos, son muy difíciles de mantener durante todo el tiempo. No solemos definirlos en término concretos y flexibles, sino de forma utópica: sin dividirlos en pasos más pequeños, estableciendo fechas límite que me harán ir a “contrarreloj”, sin medir ni celebrar reposadamente cada uno de los progresos, etc.
Por ello, desde Grupo Médico López Cano, os proponemos que esos objetivos que os planteéis los desgloséis en metas más pequeñas y concretas, que os permitan observar los logros que vayáis consiguiendo y, sobre todo, que os hagan disfrutar del proceso, de forma que no hablemos de un propósito del año 2020, sino que procuremos que sea un propósito para siempre. No necesitaremos una fecha límite para ver si lo hemos conseguido, puesto que podremos ir comprobándolo día a día, semana a semana, o mes a mes.
Os dejamos aquí, a continuación, algunos ejemplos de pequeños pasos que podemos realizar para cumplir esos objetivos que solemos postergar:
- Metas concretas y realistas que me acerquen al objetivo de hacer deporte:
- Coger la moto o el coche sólo cuando es estrictamente necesario. Priorizar ir caminando al mayor número posible de lugares.
- Buscar un rato al día, más o menos regular, en el que practicar algún tipo de ejercicio que disfrute.
- Escoger alternativas de ocio que no sean sedentarias y me mantengan activo/a.
- Utilizar más las escaleras y menos el ascensor.
- Observar los pequeños logros que me aproximen al objetivo de perder peso:
- Tener más energía.
- Notar la ropa más cómoda y holgada.
- Sufrir menos dolores (de cabeza, articulaciones…) y estar menos cansado/a.
- Aprender a reconocer cuándo has comido suficiente y a detenerte cuando estás satisfecho/a.
- Disfrutar del proceso en ambos objetivos:
- Aprender nuevas y sabrosas recetas de cocina.
- No pasar hambre.
- Liberar tensiones y ansiedad acumulada.
Además, relacionado con estos dos objetivos descritos anteriormente, queremos proponeros otro objetivo en el que centrarnos: aprender a cuidar de ti mismo/a. Para ello, tenemos que prestar atención a:
El área física, en lo que se refiere a descanso, hidratación, alimentación variada y equilibrada, práctica de ejercicio físico…
El área emocional y psicológica, en lo que respecta a la expresión y gestión emocional, la asertividad, la atención a las propias necesidades y a nuestros propios derechos (a decir no, a no poder con todo, a descansar, a equivocarte, a cambiar de opinión…). En lo que se refiere a escucharnos, darnos tiempo para nosotros mismos, aceptarnos y querernos.
En conclusión, sea lo que sea lo que te propongas:
- Empieza poco a poco. Se trata de iniciar el cambio, no de lograrlo de la noche a la mañana. Define un plan en el que vayas aproximándote paulatinamente a tu objetivo. Desglosa cada uno de los escalones que te acercan a la meta.
- Date tiempo. No tienes prisa por llegar al objetivo, tienes el resto de tu vida. Seguramente que sea más importante lo que vamos a aprender en el camino que lo que vamos a cumplir.
- Sé flexible. No podemos mejorar la salud a través de restricciones, imposiciones y obligaciones. Nos ayudará mucho más el cambio de hábitos que los planes rígidos e inamovibles.
- Felicítate por los logros y disfruta del proceso. Que tu recompensa sea el sentirte bien y que tu día a día tenga sentido.
Y, por último, recuerda que el protagonista eres tú y tu bienestar. Este año y siempre. ¡Feliz 2020!