Como muchas veces confundimos la ansiedad con otras sensaciones de nuestro cuerpo, queremos dejaros esta publicación de nuestra psicóloga Irene Arroyo Quirell sobre qué es la ansiedad y cómo podemos tratar de gestionarla. Esta publicación la podéis encontrar también en http://www.quererseespoder.com/ansiedad/
La ansiedad surge como una reacción de alarma de nuestro organismo ante situaciones que son interpretadas como peligrosas o amenazantes. Puede describirse como un estado generalizado de alerta y activación.
Pero, antes de conocer en profundidad más detalles sobre la ansiedad, es imprescindible distinguirla del miedo:
“El miedo al peligro es diez mil veces más terrorífico que el peligro mismo cuando éste se manifiesta ya claramente; y el peso de la ansiedad es mucho mayor que el mismo mal que nos tiene ansiosos”, Daniel Defoe.
Tanto la ansiedad como el miedo pueden darse en una misma situación. De hecho, en muchas ocasiones son emociones que van de la mano. En cambio, tienen lugar por diferentes motivos:
- El miedo surge por la presencia de un peligro real e inminente generado por una causa específica, comprensible a ojos de los demás.
- La ansiedad tiene lugar cuando anticipamos un peligro futuro, que no se puede prever ni definir con exactitud. A veces, es incomprendido por parte de los demás. No tiene una causa específica. Es un peligro que nosotros mismos creamos.
¿Por qué es necesario hacer esta distinción? Porque, en muchas ocasiones, se dan los mismos síntomas ante situaciones de miedo y de ansiedad.
También es necesario saber que no todas las personas que padecen ansiedad presentan los mismos síntomas ni su misma intensidad; y que los síntomas no tienen lugar porque sí, sino que contribuyen a preparar al organismo para el peligro. El problema aparece cuando nos alarman de un peligro que nosotros imaginamos, y no de un peligro real. Por eso es tan importante distinguir la ansiedad del miedo.
¿Cuáles son esos síntomas?
- Taquicardias, palpitaciones, temblores, sudoración, hormigueo, tensión y rigidez muscular, etc.
- Opresión en el pecho, molestias digestivas, náuseas, nudos en el estómago y sensación de falta de aire, de mareo, de cansancio…
Otros síntomas que pueden tener lugar son respuestas de evitación y huida; alteraciones en la atención hacia el exterior; cambios en el estado de ánimo (porque nos sintamos inquietos, nerviosos, inseguros, vacíos, atrapados, etc.); alteraciones del sueño, de la alimentación y de la respuesta sexual; etc.
Todos estos síntomas tendrán una función adaptativa cuando nos encontremos ante un peligro real, pues nos permitirán activarnos para defendernos o huir. Por lo tanto, son necesarios y útiles cuando experimentamos miedo.
Pero, ¿y si lo que padecemos es ansiedad?
Cuando son nuestras propias preocupaciones por volver a experimentar estos síntomas, o nuestro miedo a la ansiedad lo que provoca que aparezcan, los síntomas serían inútiles o desadaptativos. Tanto que pueden llegar a paralizar nuestra vida, pues evitaremos muchas situaciones que forman parte de ella para no experimentar esta terrible sensación.
Entonces, ¿cómo podemos combatirla?
Para combatir la ansiedad es necesario reeducar a nuestro cerebro. Cómo ya sabemos, éste se activa ante el peligro y prepara al organismo contra él. Por lo tanto, es necesario volver a aprender qué es un peligro real y distinguirlo de nuestras preocupaciones acerca de lo que puede pasar.
De esta forma, antes de enviar a nuestro cerebro señales de peligro inminente, parémonos a pensar ante qué clase de peligro nos encontramos.
La mejor forma de diferenciarlos es asegurándonos de que es una señal que creamos nosotros mismos. Es nuestra propia preocupación lo que nos genera ansiedad.
Por lo tanto, el pensamiento positivo es de vital importancia. Tenemos que empezar a cambiar nuestra manera de pensar para poder perder ese miedo. Para ello, puede resultar muy útil el uso de autoinstrucciones positivas sobre lo que va a pasar, que nos guíen hacia aquello que queramos llevar a cabo; y comprender que los síntomas aparecen por el miedo que nos genera nuestra propia interpretación sobre lo que nos puede suceder y no por algo que tenemos delante.
Por último, la técnicas de relajación y respiración son muy útiles para combatir la ansiedad. Además, hay muchas otras formas de relajarse, y son actividades que podemos hacer en nuestro día a día en función de nuestros gustos y preferencias.
Aquí os dejamos esta imagen sobre 50 formas de relajarse que propone el psicólogo Rafael Santandreu:
Fuente: http://www.rafaelsantandreu.es/el-blog-de-rafael/page/4/
Por último, y muy importante, es necesario buscar una ayuda profesional personalizada cuando padecemos una ansiedad que no podemos gestionar adecuadamente.