Teniendo en cuenta la vuelta a la rutina propia de estos meses de septiembre-octubre, nuestra psicóloga quiere recordarnos esta publicación sobre cómo solventar los problemas que nos puedan aparecer, o aquellos que tendemos a interpretar como tales cada año:
“No hay nada permanente en este malvado mundo. Ni siquiera nuestros problemas”
Charles Chaplin.
Lo cierto es que a todos nos surgen problemas en nuestro día a día. Sin embargo, cualquier circunstancia o situación puede ser experimentada por algunos como un problema y por otros no; por lo que no podemos nombrar una serie de problemas universales ya que la percepción de cada individuo juega un papel muy importante.
¿Cómo identificar, entonces, la presencia de algún problema o situación estresante?
Para ello, tenemos que conocernos muy bien a nosotros mismos y, también, observar cómo suelen percibir los demás las diferentes situaciones. ¿Conocéis a alguien que siempre tenga algún problema? Hay personas que no pueden separarse de ellos. Muchas veces solemos creer que es una persona con “muy mala suerte” y, excepto en casos excepcionales, suelen ser personas que perciben cualquier situación como “el fin del mundo” o que se lo toman todo “a la tremenda”. En el otro extremo, están aquellos con apariencia pasiva que no suelen quejarse de nada. En este caso, no podemos afirmar que esto sea debido a que tengan “muy buena suerte”, sino a que puede que no verbalicen lo que les pasa, pues problemas tenemos todos.
En definitiva, lo que nos hace diferentes a cada uno de nosotros es la manera que tenemos de interpretar, elaborar y/o solucionar las situaciones que vivimos y las cosas que nos pasan; y no la presencia o ausencia de problemas, que no son más que el significado o valoración que le damos a cada una de esas situaciones.
Entonces, ¿qué tipo de errores podemos cometer a la hora de enfrentar un problema?
- Uno de los errores que podemos encontrarnos, o con el que podemos sentirnos identificados, es el de optar por evitar este tipo de situaciones. Ello puede, a menudo, resultarnos útil pero no hará que la situación se resuelva por “arte de magia” y puede convertirse en una carga añadida.
- Otro de las casos es el de limitarse a colocar la culpa en los demás; con lo que tampoco conseguimos ninguna solución para posteriores ocasiones en las que el hecho en cuestión vuelva a repetirse y no deja de ser un método de evitación.
- Otro error sería la tendencia a autocriticarnos y machacarnos por lo sucedido. Esta forma de lidiar con el problema no sólo no conseguirá que se resuelva sino que puede llegar a multiplicar la probabilidad de repetir el problema de nuevo, pues no se analiza por qué motivo ha podido surgir y no se actúa en consecuencia.
De este modo, para no cometer estos errores, lo primero que hay que tener en cuenta a la hora de enfrentarnos a alguno de ellos es que sólo podemos cambiar los problemas de los que formamos parte.
Para ello, tenemos que definirlos desde nosotros mismos para barajar todas las posibilidades de actuación que tenemos al respecto y ser conscientes de nuestra responsabilidad en el surgimiento del problema, sin sentirnos culpables. Pero, por otro lado, en los casos en que estas situaciones sean ajenas a nuestro control o no dependan de nuestros hechos para su resolución, sólo podemos aceptarlas, con mayor o menor ayuda, y aprender a vivir con ellas.
En definitiva, para resolver un problema del que somos partícipes, tenemos que analizarlo con detenimiento; describirlo de forma secuencial; plantearnos qué es lo que solemos hacer y qué es lo que queremos conseguir, para descubrir qué podríamos hacer, diferente a lo que hacemos habitualmente, para que el problema desapareciese.
Por otro lado, en los casos en los que el problema suele ceñirse a la relación con una persona (que es considerada coloquialmente como “un problema con patas”) ya sea de noviazgo, familiar o de amistad; hay que tener en cuenta que no podemos cambiar a la otra persona, pero donde sí tenemos influencia es en la relación. Es decir, si cambiamos nuestra posición con respecto a la otra persona, de alguna manera estamos obligándole a cambiar la suya y esto puede ayudarnos bastante a alejarnos de situaciones problemáticas.
Y, por último, también podemos prever la aparición de alguno de ellos dialogando asertivamente sobre las cosas que nos molestan, nos preocupan, nos duelen, etc.; antes que callarlo y dejar que el vaso rebose.
Porque lo cierto es que a todos nos surgen problemas, de mayor o menor importancia, en nuestro día a día; pero se vive mejor afrontandolos y, de este modo, desprendiéndose de ellos lo más rápido posible.
Esta publicación también la podéis encontrar en http://www.quererseespoder.com/gestionamos-los-problemas/